LOS SINTETIZADORES SON MIS AMIGOS

POR STUART POT


Hola a todos y bienvenidos a mi artículo, 2D: Los Sintetizadores Son Mis Amigos, el cual hablará sobre como los sintetizadores son mis amigos. Uso el “hablará” en futuro porque cuando escribí esa parte no había escrito el resto. Pero ahora lo haré.

Cuando el editor me dijo, “No, no puede escribir un artículo sobre como los sintetizadores son tus amigos, eso suena como una completa mierda”, me sentí un poco desalentado. Pero entonces el editor se emborrachó con unos Martinis Pornstar y se quedó sin tiempo para escribir algo más. Así que, sin más que añadir, es un placer presentarles [nota del Editor: YA EMPIEZA DE UNA PUTA VEZ, TARADO] mi artículo, 2D: Los Sintetizadores Son Mis Amigos…


Entonces, ¿qué son los sintetizadores, preguntas? Muy buena pregunta, yo contesto. Un sintetizador es una clase de replicante musical. Un robot que hace el trabajo de un humano. Excepto que, en vez de rastrear y matar a otros sintetizadores, hace música. Necesitas haber visto Blade Runner para entender esa metáfora. En caso de que no, esta es la metáfora usando sandwiches: los sintetizadores se parecen un montón a las sandwicheras, excepto que estos hacen música en vez de sándwiches llenos de orillas calientes que se derriten en tu interior.


“Estaba hambriento, muriendo por ello, y mi estómago retumbaba 
por el dulce sabor del sonido del sintetizador”.

Luego descubrí que la música estaba compuesta por Wendy Carlos, quien también hizo la música para otras películas de Stanley Kubrick, incluyendo El Resplandor y Mi Pobre Angelito 2. Wendy rosó la fama con su asombroso álbum llamado Switched-On-Bach en 1968. Aquí tienen un dato genial sobre Wendy: ella nació siendo hombre, y se convirtió en una de las primeras personas famosas que se sometió a una cirugía de cambio de género. Así que, ella ya era revolucionaria en más de una forma (por ejemplo, en dos).

Esperen, necesito ir al baño…


Ya regresé.

Escuchar la música de Wendy fue una ventana a un nuevo mundo. Y una vez que salté por esa ventana ya no había vuelta atrás, porque era del tipo que se cierra por dentro. Estaba hambriento, muriendo por ello, y mi estómago retumbaba por el dulce sabor del sonido del sintetizador. Era todo lo que anhelaba. Era un adicto, como cuando Russel se enganchó con los cruasanes de chocolate. Tan sólo quería moler un sintetizador e inhalarlo. Estaba como Russel en una panadería. Me tenía mal. Muy mal.

Y se puso peor. Wendy Carlos sólo era la entrada a los sintetizadores. Porque luego escuché a Stevie Wonder. Guau, recuerdo haber pensado, y también haberlo dicho fuerte, porque eso fue asombroso. Stevie, según aprendí, usó un monstruoso mega sintetizador llamado TONTO. Era tan poderoso que ocupaba una habitación completa. Un espantoso horno de cables, perillas y luces parpadeantes, y que adentro tenía encerrado a dos científicos, esclavizados por su maestro por cinco años completos. Cuando finalmente escaparon, crearon algunos sonidos legendarios, incluyendo tres de los discos más influyentes de Stevie Wonder. Talking Book, Music of My Mind y Innervisions.

Pero mientras ellos escaparon de su prisión de sintetizadores, la mía sólo se volvía más estrecha, como cuando Murdoc me abraza luego de un viaje de ácido. TONTO me sedujo al agujero de adicción más profundo de mi vida: Delia Derbyshire. Delia era la dama británica que creó el tema de Doctor Who, la canción de sintetizador más grande de la historia que se haya sintetizado. Pasé un mes completo escuchando en mi habitación envuelto en papel de hornear pretendiendo ser un Dalek. Y fue ahí cuando me di cuenta de que tenía un problema, un serio problema que…

Disculpen, necesito ir por un refrigerio.

Ya regresé. (Tengo un waffle de papa).

…necesitaba atención seria. Tenía que cambiar mi vida. Así que, me saqué el papel, y salí de mi habitación en cámara lenta (mientras escuchaba la heroica canción de sintetizador “Chariots of Fire” de Vangelis). Cuando abrí la puerta frontal y entré al nuevo día, recuerdo haber pensado lo hermoso que se veía el mundo, y también lo frío que estaba, porque no tenía nada puesto debajo de esa cubierta de plata y estaba totalmente desnudo.


“Cynthia y yo hacíamos todo juntos.
Éramos como R2-D2 y Kenny Baker”.


Desde ese día, juré transformar mi destructivo hábito por lo sintetizadores en algo constructivo. Iba a construir mi propio sintetizador. Y lo hice. Le puse Cynthia. O Cynth, para su amigo cercano (2D). La construí con algunas cosas que Noodle robó de un laboratorio militar ultra secreto. Cynthia y yo hacíamos todo juntos. Éramos como R2-D2 y Kenny Baker. La vida era hermosa nuevamente, y yo tenía a mi lado la más grande amiga que un hombre podría querer. Hasta que Cynthia se volvió sensible e intentó instigar una Armagedón nuclear, y Noodle tuvo que destruirla con un martillo.

Mas tarde, aprendí que no estaba sólo, y que muchos otros músicos habían formado amistades de por vida con sintetizadores, incluyendo al gran Jean-Michel “Jam” Jarre, como lo llamo. Nos volvimos amigos cuando se volvió la estrella invitada en Humanz. Me puso de sobrenombre “garçon” y siempre me concedía el honor de traerle su expresso. “No olvides la crema esta vez, imbécil”, solía gritar, calurosamente. Como sea, JM”J”J compuso uno de los álbumes de sintetizadores más importantes de todos los tiempos, Oxygen. Una escucha esencial, como si no pudieras existir sin ello (tal como, por ejemplo, el oxígeno).

Y creo que ese es el quid de mi artículo. No sé exactamente qué significa quid, pero suena bien. El punto es, nos guste o no, los sintetizadores están aquí para quedarse. Ya no podemos existir sin maquinas. Pero en vez de combatirlo comprando un banjo y mudarse a la Isla de Wight, o hacer lo opuesto y tener una sobredosis de sintetizadores como me ocurrió a mí, necesitamos encontrar un balance y aprender a coexistir. Escuchar la magia musical que ocurre cuando las personas y las máquinas se llevan bien. Es un poder para el bien. Pero también recuerden que ellos pueden rebelarse y esclavizarnos a todos así que debemos intentar ser buenos. Y eso, lectores, es el por qué Los Sintetizadores Son Mis Amigos. Y eso, lectores, es la oración final de mi artículo, 2D: Los Sintetizadores Son Mis Amigos.

El Fin.

De mi artículo.